¿Por qué la elección?

En una isla bretona a finales del siglo XVIII, Héloïse no se deja retratar porque se resiste a aceptar la violencia de un matrimonio arreglado con un rico noble milanés. Marianne es contratada para engañarla: actuando como su dama de compañía tendrá las suficientes oportunidades para observarla de cerca y pintar su retrato a escondidas. La intimidad que a partir de allí comparten hará brotar entre ellas una creciente atracción.

Céline Sciamma, acostumbrada a indagar cinematográficamente en el género y las sexualidades, dirige con delicadeza esta historia de deseo lésbico, engalanando cada aspecto de la película con inteligencia y pasión. Bajo su mirada se construye un universo donde las mujeres se presentan igualitarias en sus vínculos, unidas por la experiencia de la feminidad. En ellas se expresan las libertades y los constreñimientos propios de su pertenencia de clase, pero en el encuentro cotidiano se las arreglarán para trazar líneas de fuga que les permitan vivir comunitariamente, compartiendo tareas hogareñas, ocio y creatividad. La subtrama en la que Marianne y Héloïse acompañan con calidez y sororidad el proceso de interrupción del embarazo de Sophie, la criada, manifiesta esta alianza en todo su esplendor y echa luz sobre una experiencia femenina a menudo soslayada.

La tradición particularmente machista de la praxis de las bellas artes, sus reglas y cánones, son cuestionados cuando Marianne y Héloïse colaboran para conseguir un retrato más auténtico, que se libre de la cosificante mirada masculina. En el mismo sentido crítico, el erotismo lésbico de esta película evita repetir una construcción del sexo entre mujeres como una ofrenda lujuriosa destinada a un espectador que se supone siempre masculino. La cámara se propone erotizar la ternura y el contacto, recorriendo partes del cuerpo femenino menos sexualizadas tradicionalmente. La incorporación de una referencia al mito griego de Orfeo y Eurídice en diálogo con la escena final de la película, sella la misma como una suerte de transposición, y habilita una relectura feminista de esta antigua pieza fundante de la cultura afectiva occidental. Portrait of a Lady on Fire compone un relato celebratorio del deseo entre mujeres quienes, fuertes y a la vez sensibles, son altamente capaces de agenciarse nuevos horizontes para sí mismas.