
Foto: Museo del Prado
La muerte de Lucrecia, 1501 - 1550
Maestro del Papagayo
Bélgica
¿Por qué la elección?
Porque ilustra la visión cristiana del mito de Lucrecia, cuya violación y posterior suicidio, ha tenido enorme impacto en la iconografía y la plástica del arte occidental. Lucrecia, violada por Sexto Tarquino, hijo del último rey de Roma (Lucio Tarquino, 530-510 a. C) se dirige a su padre y a su marido, a quienes supone haber deshonrado, y, después de informarles lo sucedido, se suicida. Cuenta la leyenda que además de salvar el honor de su familia con su muerte, Lucrecia buscaba convertirse en modelo de virtud para no sobrevivir a la vergüenza y para que ninguna mujer lo hiciera en el futuro. La mirada e intereses de cada época se encargaron de juzgar su acto y, así como en el Renacimiento el suicidio de Lucrecia se asoció con un acto de virtud, con la aparición del Barroco esa idea se trastocó.
En La Muerte de Lucrecia del Maestro Papagayo (1502-1550), la figura femenina luce discreta, pelo recogido, una manta roja cubre sus piernas y su mano izquierda señala su corazón, simbolizando la virtud y castidad; valores fundamentales que impulsaron la creación de esta leyenda romana. Tanto en esta lectura cristiana, como en la posterior lectura pagana, la leyenda de Lucrecia tiene un denominador común: el concepto del honor según el cual el poder patriarcal priva a Lucrecia –y a las mujeres–, de ser dueñas de su cuerpo, de su deseo y de su vida.
Ficha técnica
