¿Por qué la elección?

Por expresar el punto de vista femenino y, al hacerlo, denunciar la mirada hegemónica y señalar sus límites.

Según la historia bíblica, Susana es espiada por dos viejos mientras se baña. Luego de intentar obligarla a tener relaciones sexuales con ellos, como no accediera, la acusan de adulterio.
Pintores masculinos de la época –como Tintoretto– representaron también la historia de Susana. En esas pinturas el interés está puesto en quien observa –incluido, por supuesto y sobretodo, el espectador del cuadro– y no en quien es observado.

Artemisia Gentileschi (1593-1654), en cambio, concentra la pincelada en Susana, en la emoción que le producen el acoso y la amenaza. Al invertir el centro de atención y poner el foco en los hechos que el cuadro busca representar, al desplegar la mirada de la mujer sobre la mujer y al ahondar en su punto de vista, Artemisia Gentileschi demuestra no solo que sin su aporte no habría habido verdad en esta historia, sino que sin la mirada femenina no hay equilibrio en el mundo.