¿Por qué la elección?

A través de la pintura, el dibujo y las instalaciones, la artista y restauradora Kathleen Gilje (1945), altera las obras clásicas y enfatiza una nueva connotación para ellas. La denuncia a la cosificación de la mujer que emana de la mirada masculina queda plasmada en Mujer con loro, restaurada con rayos X, basada en la obra de Gustave Courbet. En su restauración introdujo la imagen desnuda del pintor de pie, mirando a la modelo desnuda sobre la cama para –dice Gilje– hacer presente la mirada masculina dentro de la misma pintura.

La violencia es subrayada en Dama velada, restaurada, retrato original de Rafael Sanzio a Margherita Luti, su amante. Gilje le agrega a la imagen de Margherita un ojo amoratado, como símbolo de lo atemporal de la violencia de género y de cómo esta ha sido invisibilizada. La misma violencia que expone en la restauración de dos obras de una de las figuras más emblemáticas del arte femenino: Artemisia Gentileschi. Autorretrato matando un gallo según Judith matando a Holofernes y Susana y los viejos, restaurada con rayos X. En la primera, la propia artista aparece representando a Judith en la decapitación, pero su versión asume la violencia en la figura de un enorme gallo que es al que Gilje decapita en lugar de al hombre de la obra original. En Susana y los viejos, restaurada con rayos X, a partir de una radiografía de la obra de Gentileschi, Gilje fusiona el acoso sexual que sufre la Susanna bíblica pintada por Gentileschi con la violación de la que fue víctima la propia Gentileschi por parte de su maestro, Agostino Tassi. En esta la representa gritando en forma desesperada y sosteniendo un cuchillo para su defensa, en una imagen que empodera la figura femenina y la dota de fuerza desafiante para vengar el abuso del poder patriarcal. Ese que, según la mirada actual, habita en muchas de las obras maestras de la historia del arte y que Gilje busca poner en evidencia en sus denominadas “restauraciones contemporáneas”.