
Venus del espejo, 1647 - 1651
Diego Velázquez
España
¿Por qué la elección?
Venus del espejo (1647 - 1651), la emblemática y debatida obra de Diego Velázquez, es su único desnudo –y uno de los primeros desnudos de la pintura española–. Creada bajo el régimen moral de la inquisición, esta indescifrable pieza ha dado lugar a muchas interpretaciones y, más de dos siglos después de su creación, sigue generando polémicas que han llegado hasta la vandalización.
Velázquez (1599-1660), unos de los pintores más importantes del Siglo de Oro español, representa a Venus, la diosa del amor y la belleza, como una mujer real. Recostada de espaldas y en pose erótica, se mira a un espejo sostenido por su hijo, Cupido. El mito celebra la belleza y la seducción femeninas y Velázquez parece plantear la reflexión sobre la belleza y la mirada. El mirarse sí misma, el ser mirada por otro. El narcisismo, el voyerismo, la vanidad.
Los discursos feministas han sometido la obra a críticas e interpretaciones que giran alrededor del desnudo femenino y la mirada masculina, del papel de la mujer como objeto de placer y de la forma como la sociedad la somete a mirarse a sí misma. La obra llegó a exacerbar los ánimos hasta el punto de que, en 1914, la sufragista Mary Richardson la atacó en la Galería Nacional de Londres.
Venus, representada en innumerables ocasiones, adquiere en Velásquez un nuevo sentido: rompe con los elementos convencionales, humaniza a la diosa y conecta, a través del espejo, su rostro y su mirada con la del espectador. Velázquez deja así abierta la pregunta sobre si esta fundamental obra se trata de la mirada masculina sobre la mujer, de la mirada de la mujer sobre sí misma o de la mirada del otro, del espectador, sobre el enigma de su significado.
Ficha técnica
