¿Por qué la elección?

Porque en esta enorme tela, de la que se dice representa el origen de la nación argentina, confluyen las referencias clave de la época: las tensiones culturales, la violencia de la modernización, la dominación patriarcal y racial. Pero como narración del blanco ya vencedor, La vuelta del malón, más que representar esos conflictos, alecciona sobre ellos. Más que describir lo sucedido, conjetura sobre lo que hubiera ocurrido si la barbarie del indígena hubiera triunfado, si cualquier barbarie existente, o por existir, irrumpiera de nuevo. El cuadro es entonces una justificación y una reglamentación de largo alcance. Veamos qué régimen describe para el mundo femenino: la mujer recostada, desvanecida en el pecho del indio en medio de esa furia cobriza del malón, es moneda de cambio. Sabemos además que, sin un rápido intercambio, ella será pronto cosa descartada, ya que habiendo sido deshonrada solo puede ser olvidada. Ultrajada sería, además, portadora de un mal peor que la deshonra: había que abandonar a quien gestaría los hijos del temido mestizaje.