¿Por qué la elección?

Porque en Ritmo 0  Marina Abramović (1946) decidió poner su cuerpo para un experimento destinado a mostrar hasta dónde es capaz de llegar el ser humano cuando puede causar dolor y objetualizar a otro.

La performance duró seis horas. Un cartel indicaba que el público podía hacer con ella lo que quisiera, y dispuso una serie de objetos en una mesa para que pudieran usarlos. En un principio las personas se acercaban y, con una pluma o una flor, acariciaban el cuerpo de la artista; también la besaron y le arrojaron agua. Más tarde, otros la encadenaron y dibujaron sobre su piel. El clima se tensionó cuando alguien utilizó unas tijeras para romper su ropa y dejarla desnuda, y cuando uno más la hirió con un cuchillo. Sin embargo, en el momento en el que alguien puso un arma sobre la cara de Abramović, la performance   alcanzó el nivel máximo de violencia. Cuando finalizó, y ella empezó a moverse y a devolverles la mirada, la gente huyó.

La obra puso en evidencia no solo los límites que personas comunes están dispuestas a cruzar y la crueldad que pueden llegar a exhibir, sino, sobretodo, la facilidad con la que se llega a deshumanizar al otro.